jueves, 21 de julio de 2016

RELATO: EL DEL TERCERO B

Mi vecino Tom, el del tercero B, buen tipo, no tiene horas. No las suficientes para salvarse. Y es que se lo han puesto complicado, casi imposible.
 
Como cada mañana, hoy le sentí levantarse a las 5 de la mañana para encender las velas frente a su imagen del pequeño Buda en su mesita, arrodillarse sobre la esterilla para orar mirando a La meca y desayunar a toda prisa para llegar a misa de 7, antes de ir su trabajo.
Supongo que en la oficina habrá vuelto a aprovechar su corto descanso del café para encerrarse en su despacho y, en postura de yoga, recitar algunos versos del sagrado Shruti en honor a Shiva. Y por supuesto, al final de la mañana, tal y como manda el credo sintoísta, habrá hecho las siete reverencias obligadas a las reliquias de sus antepasados que guarda en la gaveta y que, dicho sea de paso, ya empiezan a oler mal.
 
Tom no come cerdo, ni vacas (sagradas), ni otras muchas cosas que enfurecerían a ciertas deidades, y hace abluciones, meditaciones y ayunos, además de cumplir con no sé ni cuántas peregrinaciones. Y cambia de atuendo y peinado varias veces a lo largo del día, según mande cada precepto. De hecho, suelo preguntarle cuando me sorprende con un modelo nuevo en el ascensor o en el descansillo.
 
-¡Vaya! Tenemos religión nueva ¿Eh Tom?
 
-Si –me contesta él, siempre alegre- Este es el del rito Inca del Sol.
 
Tom no está loco, como pueden ustedes pensar. El cree, y probablemente no le falte razón, que sería irónico -por no decir patético- que ninguna de las innumerables religiones que existen o han existido fuera la verdadera. Que sería de chiste haber dedicado nuestra historia a guerras, torturas, inmolaciones y sacrificios humanos por defender unas creencias para nada. Y que más que un chiste, sería una tragedia bufa el que tantas, miles de vidas, se hayan perdido inútilmente.
 
Por simple regla de tres y sentido común, cree Tom que solo nos salvaría de ser imbéciles que al menos una, UNA, de esas religiones fuera verdadera, que haya recibido la palabra de Dios… aunque todas las demás sean burdas copias de ella. Que sea como la Coca-Cola, que aún con mil imitaciones, existe… y solo hay una.
 
A Tom en realidad le da igual todo el tema. Él solo está decidido a salvarse, a asegurarse una vida eterna, ya sea con un lugar en el cielo, en una cama con cien vírgenes, en un festín en el Valhala, en un podio en el Olimpo, o en un asiento a la vera de Tucathapac. Salvarse, con lo que sea que al final sea lo cierto, caso que algo realmente lo sea.
 
Y por eso juega a todos los palos y tiene su casa llena de iconos, signos, símbolos y cruces. Y sobre todo de imágenes. Imágenes de Dioses. Dioses viejos y nuevos, Dioses vivos y muertos, Dioses grandes y pequeños. Cientos, miles. Cada uno de ellos el "único salvador” para las gentes de una época, de una región o de una raza. Y todos ellos posible salvadores para él, gracias a su plan.
 
Bueno, les dejo porque ya son la siete de la tarde. Lo sé porque acaba de sonar el gong de Tom, mi vecino del tercero B, buen tipo. Debe ser la hora de la purificación Maya.