viernes, 26 de junio de 2015

RELATO:CAMINO

Se seguían, sin decirse nunca nada, en la distancia. Y lo asumían. Asumían que era un océano infinito lo que les separaba, que entre ellos se levantaba un infranqueable muro de circunstancias y que, tras ese muro, se abría el oscuro foso de su diferencia de edad. Y después estaban esos mil cepos, esas mil razones, esos mil compromisos que se aferraban fuertemente a su integridad.
 
¡Ah,la integridad! Curioso. Era lo que más les separaba, y también lo que más les unía: ...Ese horror a infringir daño a otros, también queridos. Y el remordimiento. Y la culpa.
 
Con el tiempo aprendieron de nuevo a ser felices, como antes de conocerse. No tuvieron que decirse nada, pues bastó una tibia amistad, ni siquiera cercana, para colmar ambas esperanzas.
Se sabían juntos en otra dimensión.
 
Eso les era suficiente. Saberse ahí, tener noticias del otro, oír ese nombre en algún cotilleo...Ser parte, aunque fuera en una fracción de milésima de milmillonésima. Pero parte.
 
Y de verdad que nunca se dijeron nada. Siempre lo entendieron.
Al fin y al cabo, ese es el deber de toda alma gemela.

sábado, 20 de junio de 2015

RELATO: TREINTA METROS

Treinta metros. Demasiado tarde para evitarse. Se vieron en la distancia, cuando ya caminaban el uno hacia el otro por la acera. Ya no había remedio ni escapatoria, y cualquier movimiento por evitar el encuentro hubiera sido demasiado delatador, una declaración de ruptura total.  Aún así hubo tiempo para un pequeño vuelco en el corazón y para unos pocos  pensamientos. Los mismos para los dos.

Veinte metros. Habían sido grandes amigos; los mejores.  De los que se cuentan los secretos más inconfesables  y de los que saben  nombres, lugares y  fechas suficientes para arruinarse la vida mutuamente.  Algo que no ocurriría nunca por ser una de esas verdades que, aunque  no escrita ni pactada, se sabe cierta.

Diez metros. A sus mentes vinieron recuerdos de toda una vida de amigos comunes e imágenes imborrables; recuerdos en los que todos los seres queridos del otro eran también seres queridos propios. Demasiado roce, demasiado contacto, demasiadas penas y alegrías compartidas. 

Tres metros.  Las miradas se buscaron para adivinar expresiones. Dados por impensables los  gestos de disculpa o arrepentimiento, cada uno sí esperaba del  otro al menos una sonrisa de acercamiento. En realidad, cualquier mirada que no implicara reproche.

Pero las barbillas se elevaron y las frentes se arrugaron.

Pasaron de largo enrocando sus corazones tras los orgullos… y sin que ninguno de los dos recordara el motivo de aquel sin sentido.

lunes, 1 de junio de 2015

RELATO: CONDÉNAME

Algún día vendrán a por mí. Lo sé, es cuestión de tiempo. Tarde o temprano reunirán las pruebas, descubrirán las evidencias, o sencillamente encontrarán este diario que, aun yendo  en mi contra, no me resisto a escribir.
Cuando toquen a mi puerta confesaré con todo lujo de detalles, sin necesidad de interrogatorios ni testigos, y además lo haré sin dejarme nada en el tintero. Me declararé culpable de todos los cargos, rehusaré a que me proporcionen un abogado y renunciaré a todos los derechos que pudieran asistirme. Escribo esto, además, para dejar claros los agravantes de premeditación, alevosía, o cualquier otro que se les ocurra, y para evitar esas milongas de enajenaciones transitorias o trastornos mentales que pudieran eximirme de culpas o atenuar mi situación.
Tengo pasados a limpio todos los esquemas y los planos, clasificadas las fotos de las víctimas y envuelta en un plástico el arma homicida (no se vayan a borrar mis huellas por un descuido), así que no serán necesarios registros, ni búsquedas, ni cacheos. Los cadáveres están enterrados en el jardín, cada uno con su cartel indicativo, para evitar confusiones, así que la policía lo tendrá fácil conmigo.A fin de cuentas, me considero un buen ciudadano e intento siempre colaborar con la justicia. Tan solo quiero que mi historia llegue inmaculada, cristalina y sin edulcorantes. Sin que se deje nada atrás.
 
Por otro lado, si juego bien mis cartas y consigo ese punto efectista que tanto gusta a la gente, quizá incluso consiga mi objetivo de salir en diarios y noticieros, y ser entrevistado en radios y televisiones. Todo dependerá de cómo represente mi papel y, sobre todo, del nombre que elijan para mi personaje. ¿”Bloody Dad”? ¿ ”Papiloco”?
 
Será fundamental que llegado el momento todos, sobre todo los que se lo están pensando ahora mismo, entiendan que no soy un demente y que mis crímenes los podría haber cometido cualquiera: que nada fue fruto de una depresión o de una predisposición genética. Por eso será importante que me esfuerce en hablar pausadamente, con tranquilidad y criterio, para que toda la audiencia entienda que están ante un hombre normal, ante uno de tantos padres de familia. Deberé mostrarme frío y hacer ver que escuchan la historia de alguien plenamente consciente de sus actos aunque, eso sí, inmune a cualquier pena y a cualquier dolor…desde que ocurrió lo que ocurrió.
 
Sueño con estar ante las cámaras y conseguir que algún hijo de puta me vea desde su sofá. Que me escuche, que tiemble y que se piense sus horrendos planes al verme. Quiero que compruebe como alguien, hasta el más bondadoso padre de familia, puede convertirse en un asesino cruel y sanguinario de la noche a la mañana. Quiero que me tema, y que tema a otros como yo. Puede que ese miedo, aunque tarde para mi, sea la salvación para otros.
 
Porque en la celda en la que cumpla condena me llegará un dia mi minuto de gloria. Entonces tan solo sonreiré a la cámara y, como un normal y cariñoso padre de familia, diré mi frase:  “Si, yo los maté a todos. Y lo volvería a hacer. Era mi niña”