lunes, 29 de diciembre de 2014

RELATO: LA MUJER QUE TE QUIERE

La mujer que te quiere defenderá tu honor ante cualquiera que ponga en duda tu hombría. Con los ojos cerrados,y sin preguntar, estará siempre de parte de tu inocencia y tu honestidad, aunque las pruebas sean abrumadoras en tu contra. Da igual que hayas atracado un banco o secuestrado a un millonario.

La mujer que te quiere proclamará a los cuatro vientos que su hombre es bueno y generoso, y por supuesto incapaz de cosas así. Mirará a tus acusadores con odio, asco y pena, pues en el fondo pensará que sólo sienten envidia de una historia de amor semejante, impensable en sus miserables vidas.
 

La mujer que te quiere, llegado el caso y sea cual sea la monstruosidad, y si te quiere de verdad, te demostrará su amor accediendo a ser tu cómplice. Esconderá las pruebas que te condenarían y cometerá perjurio sobre la misma Biblia si es necesario, diciéndose a sí misma que en el fondo no eres malo, sino que tan sólo tuviste un mal día. Como le podría pasar a cualquiera.
 
Todo eso, no lo dudes por un instante, lo hará por tí la mujer que te quiere. Esa misma que, sin concederte derecho a defensa alguna, te dejará en la calle con lo puesto y dirá a todos que eres el mayor hijo de puta que ha pisado la tierra si su mejor amiga le cuenta que anoche, borracho en la discoteca, le tocaste el culo a otra

martes, 23 de diciembre de 2014

RELATO: YUNTEROS

Una gota le baja por el entrecejo, resbala por su nariz y se balancea un segundo en el borde hasta que , arrastrada por otra que la persigue, se despeña al vacío. Luego, como si esas primeras hubieran abierto el camino, otras muchas gotas las siguen cayendo a chorro por la frente. Hasta que Juanillo se seca el sudor con el antebrazo.

El niño, casi sin aliento, se gira hacia el sol que lo golpea implacable e inmisericorde sin darle un minuto de descanso.  Su piel y su rostro, ya resecos, no encuentran donde esconderse; no hay cobijo posible, ni sombras, ni árboles. Ante él solo un horizonte plano e inmóvil.
Juanillo mira de nuevo al cielo. El sol sigue ahí, despiadado e inevitable.

Es el mismo sol bajo el que vivieron y se mataron a trabajar sus abuelos. Sus abuelos. Niños y niñas hechos hombres y mujeres a la fuerza. Niños y niñas sin juegos, sin risas. Sin niñez. Niños  yunteros.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
(Miguel Hernández)

Juanillo se pone en pie. Ya no aguanta el calor.
Y cuando por fin recibe el ansiado permiso de los mayores, corre hasta la orilla y se zambulle en las frías aguas del Atlántico. Y Chapotea y juega con las olas, riendo y jugando con otros niños.

¡Vaya día de playa!
Sus muy ancianos abuelos, enfundados en sus antiguos bañadores negros de siempre y cubiertos con sus sempiternos sombreros de paja le devuelven el saludo desde la arena. Juanillo nunca sabrá que para ellos, él es su premio. Lo pasado no importa: su nieto no es un yuntero.

lunes, 15 de diciembre de 2014

RELATO:TIRANOSAURIUS REX

Aquella enorme criatura lo aplastaba todo a su paso.  Su posición en lo alto de pirámide, sin nadie por encima a quien temer, le permitía arrasar y tomar lo que se le antojara sin que nada ni nadie se atreviera a toserle.

El inmisericorde orden de las cosas, el de unos arriba y otros abajo,  le había colocado en la cúspide otorgándole derecho de pernada con todas las hembras a su alcance y obligando a otros seres menores,  de existencias insignificantes,  a sacrificar sus miserables vidas por la suya.

Cada mañana ese Rex afinaba sus sentidos en busca de presas, olisqueando aquí y allá por todo su territorio. Ante su  inesperada presencia sólo quedaba cerrar los ojos, guardar silencio sin mover ni un músculo, e intentar mimetizarse con el paisaje para que eligiera a otro pobre desgraciado como plato principal de su festín. Y sobrevivir. Al menos por otro día.
Efectivamente, D. Mauricio pasaba las mañanas en su oficina devorando empleados a los que apresaba y exprimía con el exiguo cebo de unas pocas monedas.  Se paseaba a sus anchas por los pasillos de la empresa sabiéndose el único depredador de su jungla particular, en la que solo se daba entrada a niñas bonitas sin cualificación ni opciones, y a hipotecados e indefensos padres de familia. Gente “encadenable” de por vida.   

Sí, D. Mauricio era el auténtico Rex. Despiadado, sin escrúpulos, sin conciencia y  feliz  con el temor que provocaba.
Y aún hay quien dice que se extinguieron.

jueves, 11 de diciembre de 2014