lunes, 9 de mayo de 2022

 RELATO: ENTRE CABALLEROS

Todos tenemos unos pocos elegidos, unos “preferidos”, unos contadísimos compañeros del alma que caminan a nuestro lado y que siempre están ahí, para lo bueno y, sobre todo, para lo malo. Son esos nuestros inseparables amigos, casi hermanos, que lo saben todo sobre tu vida.

Son los que conocen tus más profundos secretos, tus buenas acciones -anónimas para todos los demás- y tus pecados imperdonables. Los que saben incluso de tus más lujuriosas fantasías y de tus más macabros deseos. Mudos testigos, en fin, de esa parte tuya oscura y tenebrosa, altamente condenable, que todos tenemos. De hecho, su conocimiento sobre tu pasado es tal que si quisieran podrían enterrarte y arruinar tu vida contando tan solo la décima parte de lo que saben de ti.

Pero a veces ocurre que un inesperado encontronazo o un siniestro malentendido quiebra una vieja amistad. E incluso, a veces, ocurre que tal infortunio la lleva más allá de la mera indiferencia u olvido, tornándola en puro rencor. Pero, cosas del alma humana, lo cierto es que, en esos casos, a pesar de saberte repudiado y odiado por quien un día fuera tu mejor amigo, te sientes a salvo. Sabes que existe un acuerdo tácito -ya no solo entre caballeros sino entre viejos compañeros de vida- por el que nunca se revelará lo que no debe ser revelado y, de alguna inexplicable manera, late en tu corazón la certeza de que esa persona que ahora te desprecia mantendrá a salvo tus secretos y guardará tus miserias bajo llave, llevándoselas con él a la tumba.

Esta mañana he roto con M, un viejo gran amigo. No importa porqué. Y les aseguro que M lo sabe todo sobre mi, mucho, muchísimo, lo suficiente como para hundirme diecisiete veces. Pero no me preocupa porque sé que hará honor a nuestra perdida amistad, porque sé que mantendrá ese acuerdo tácito de caballeros del que les hablaba… y porque acabo de enterrarlo en mi jardín.