MIRTOKISTÁN y otros relatos


 Un pequeño universo literario, un mundo de aventuras, un país imaginario...

 
“Fue una tarde de domingo cualquiera, después de muchos años, cuando uno de ellos preguntó al otro su edad. La pregunta llegó sencilla, escueta, sin ánimo de nada, casi sin ambición de saber. Y créanme que no sabría decirles si se oyó alguna respuesta o, si la hubo, cuál fue, pues el descanso de la película que veían juntos llegó a su fin y el tema quedó aparcado en el olvido, seguramente por intrascendente.


Varios años más tarde, en otra tarde de domingo, fue el otro el que reparó, casi sin darse cuenta, mientras tendía la ropa en la terraza, en que ambos tenían distinto color de piel. Muy distinto. Como la noche y el día. Sonriendo se encogió de hombros para sí y siguió con su colada, y luego con la plancha y más tarde con los baños. Finalmente se enfrascó en la lista de la compra, asunto mucho más vital que acabó por arrastrar lejos de su memoria aquel fugaz dilema de los colores.


Ya en la vejez porfiaban, como cualquier pareja que llega junta a la senilidad, sobre los temas más absurdos e irrelevantes, y a menudo discutían sobre sus sexos, pues era cierto que en los años de plenitud nunca se habían preocupado por saber si el uno era hombre y el otro mujer, o viceversa, o si los dos eran lo mismo. Lo cierto es que, al igual que con la edad y el color, aquella vida llena de dicha y felicidad había transcurrido tan rápido, se les había hecho tan corta, que nunca sintieron la necesidad de preguntárselo. Quizá por intrascendente"
 
 Alegoría intrascendente (de MIRTOKISTÁN y otros relatos)
 


 
 
 
 

 
 

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