viernes, 26 de junio de 2015

RELATO:CAMINO

Se seguían, sin decirse nunca nada, en la distancia. Y lo asumían. Asumían que era un océano infinito lo que les separaba, que entre ellos se levantaba un infranqueable muro de circunstancias y que, tras ese muro, se abría el oscuro foso de su diferencia de edad. Y después estaban esos mil cepos, esas mil razones, esos mil compromisos que se aferraban fuertemente a su integridad.
 
¡Ah,la integridad! Curioso. Era lo que más les separaba, y también lo que más les unía: ...Ese horror a infringir daño a otros, también queridos. Y el remordimiento. Y la culpa.
 
Con el tiempo aprendieron de nuevo a ser felices, como antes de conocerse. No tuvieron que decirse nada, pues bastó una tibia amistad, ni siquiera cercana, para colmar ambas esperanzas.
Se sabían juntos en otra dimensión.
 
Eso les era suficiente. Saberse ahí, tener noticias del otro, oír ese nombre en algún cotilleo...Ser parte, aunque fuera en una fracción de milésima de milmillonésima. Pero parte.
 
Y de verdad que nunca se dijeron nada. Siempre lo entendieron.
Al fin y al cabo, ese es el deber de toda alma gemela.

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