miércoles, 4 de febrero de 2015

RELATO: UN HOMBRE DE JARDÍN

Sabes que no soy un hombre de jardín, que jamás lo fui. Nunca entendí, ni quise entender, de semillas, ni de esquejes, ni de plantas…. ¡Qué pesadez!
Pero hoy me levanté al alba y regué las flores y los frutales. Y de paso arreglé la valla y limpié las malas hierbas del huerto, puse bombillas nuevas en los farolillos, corté el césped y los setos y barrí la hojarasca del porche. Por cierto, creo que me quedó muy bonito.
 
Solo por darte la sorpresa, podé por fin esas ramas que nos tapaban la vista de la montaña y enceré con mimo tu tumbona de mimbre, tan gastada por el sol. Y aunque no te lo creas, con mis torpes manos fui capaz de montar la pérgola de tea que compramos y que teníamos abandonada al fondo del trastero. Aunque, siendo sinceros, no quedó muy segura.
 
Sé que no soy un hombre de jardín, que nunca lo fui. Pero sé que te hubiera gustado que lo fuera. Por eso hoy, esta mañana, cuando ya no quedaba nada por hacer, me dio por pintar las macetas con tu color favorito, y también las sillas de teca, y la mesa, y el columpio del limonero, y los pestillos, y los soportes, y los grifos, y los bordillos. Todo.
 
Y de cuando en cuando me detengo en mi tarea y miro al cielo, porque daría cualquier cosa porque estuvieras aquí.
 
Pero no te preocupes por mí, ahora sé que me toca cuidarlo, y poco a poco voy aprendiendo.
 
Por fin soy un hombre de jardín. De tu jardín. Como tú querías. Y como yo debía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario