viernes, 8 de abril de 2016

RELATO: TU PASIÓN

Si a menudo, cuando no puedes dormir, el alba te sorprende escribiendo, buscando la frase, la intención o la rima, no lo dudes, eres escritor. Da igual lo que escribas, o cómo lo escribas.

Si en una esquina de tu habitación, sobre un caballete, descansa un lienzo sobre el que estrellas a colores los trazos de tu rabia, tu pasión o tu melancolía, no lo dudes, eres pintor. No importa lo que pintes.

Si te aferras a un violín, a una voz o a una guitarra para escapar de todo y de todos y con esos acordes, aún desafinados, tu corazón vuela, entonces, digan lo que digan, y pese a quien pese, eres músico.

Es más que probable que, salvo lotería divina, no te encuentres entre los pocos elegidos tocados por el Don, el genio o el arte; que estés tan lejos de la excelencia como la noche lo está del día o, incluso, que lo que ofrezcas no llegue a ser para otros más que una absoluta mediocridad. Da igual. Todo eso te debe dar igual.

Nunca olvides que el talento que te ha sido negado no es más que un calificativo de lo verdaderamente importante: tu pasión. Al fin y al cabo, el llegar a ser un gran, buen o mal pintor; o un gran, buen o mal escritor nunca dependió de ti. Pero la necesidad de pintar o escribir sí.

Es cierto que el talento te califica, incluso te clasifica, pero nunca dejes que se arrogue el poder de definirte. Eso solo tu pasión, y tú mismo, tienen el derecho de hacerlo.

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