martes, 11 de noviembre de 2014

RELATO: UNO

No podía ayudar a todos. Eran demasiados. Pero cada vez que uno de esos seres desamparados clavaba su mirada en él, el dolor le traspasaba y se sentía miserable, culpable, parte del plan. Debía hacer algo, agradecer de alguna manera su buena fortuna, compartir un poco más.

Así que se decidió. Empezaría  poco a poco. Uno al día, a lo sumo  dos. El primer día se acercó a uno de ellos.

-  Perdone señor ¿tiene un momento? ¡No, no voy a pedirle nada!  Solo quiero que se siente aquí en el suelo conmigo y que se afloje esa corbata, para que respire. ¡Mire, mire el cielo que tenemos hoy!

El hombre, sorprendido, se sentó junto al mendigo, se aflojó el nudo que le atenazaba el cuello y alzó el rostro. Su cara, hasta ese momento tensa y crispada por la prisa, se inundó de sol. Y por primera vez en el día, sonrió.
Uno.

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