lunes, 27 de octubre de 2014

RELATO: EL NIÑO FEO

 
¡Se llevan al niño feo! ¡Se llevan al niño feo!

La noticia corrió como la pólvora por todo el orfanato. Pero nadie lo creía. A esas alturas, todos daban por hecho que Boris, al que incluso las monjas llamaban “el niño feo”, se quedaría allí hasta que cumpliera la mayoría de edad y llegara el momento de tener que buscarse la vida en la calle.

Habían sido cientos de entrevistas, de esperanzas, a las que Boris siempre había acudido con la mejor de sus sonrisas y con cariño a manos llenas, pero todas las parejas se fijaban únicamente en sus rasgos indígenas y en su acentuado estrabismo, sin reparar en la hermosa sonrisa escondida tras aquella boca torcida repleta de dientes descolocados. Él nunca fue el elegido, pero aún así se alegraba cada vez que algún otro encontraba un lugar, una familia y un futuro. En su generosa inocencia no cabía el rencor, aunque el premio fuera siempre para uno más rubio, o de ojos más claros, o con más gracia. Más perfecto. 

Con la crueldad inherente a los niños, las burlas y los corrillos siguieron durante semanas.

- ¿No creerás de verdad que van a venir a por ti?
- Esos se equivocaron y pensaron que esto era un zoológico. Ja, ja, ja.
- ¡niño feo!¡niño feo!¡niño feo!

Angélica acariciaba el rostro de su hijo, sus labios torcidos, su tez morena, su pelo negro. Así es como quería pasar sus últimos momentos, frente a él. Sus miradas se despedían, pues a ella apenas le quedaba aliento para unas horas. Boris hizo una seña a su mujer y a sus hijos, que lloraban desconsoladamente, para que se acercaran también a abrazarla.

-No eres consciente de la felicidad que has traído a mi vida, "niño feo” –dijo Angélica a su hijo.

-El, cumpliendo con el chascarrillo que mantuvieron toda la vida, le dedicó una exagerada mueca de feo y sonrió antes de responderle.

- Si, ya sabes, el más feo del mundo, mamá.

Ella cerró los ojos lentamente y se fue en paz. 
 
Tal y como ya habían convenido, esa misma tarde Boris abrazó a su mujer y a sus hijos despidiéndose de ellos hasta su vuelta. Iba orgulloso de ser quien era, de sus orígenes, de su familia, de lo que estaba a punto de hacer. Si, iba a traer a casa, con los suyos, lo más prometido, lo más deseado. 

Iba a buscar un niño feo.

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