martes, 13 de enero de 2015

RELATO: "BRAGUETAZZO"

La riquísima viuda vivía rodeada de moscones, caraduras y aprovechados que merodeaban su casa día y noche en busca de su inmensa fortuna. Como yo. Era cierto que la buena señora no tenía belleza, ni simpatía, ni gracia natural alguna, pero no las necesitaba pues su fortuna y la impresionante mansión en la que vivía tenían gancho más que suficiente para cualquier mileurista. Como yo.
Las clases que yo daba a su hija me brindaban la oportunidad de estar en ocasiones a solas con ella, así que en esos breves encuentros me dediqué a poner en práctica la vieja “teoría de los tres pasos”, que tantas alegrías ha dado a los hombres.
Uno: despertar lástima en la víctima con la fingida historia de una triste niñez. Dos: avivar su empatía con mil inventadas traiciones a manos de malvadas mujeres. Y tres: animar su deseo presentándome como deportista de vientre plano y musculoso (por supuesto algo muy lejos de la realidad que se esconde bajo mis ropas). El método, infalible desde el principio de los tiempos, hizo que un día la chispa saltara entre la acaudalada viuda y yo.
Aquella tarde, el beso de despedida se convirtió inesperadamente en un leve y fortuito roce labios. Justo lo suficiente para que ella se ruborizara y para que yo, genio entre los genios,  me sintiera  vencedor y casi dueño y señor de cuanto me rodeaba.
Caminando por la calle ese mismo todavía no podía yo creerme el tremendo “braguetazzo” que estaba a punto de dar. ¡La inversión de mi vida!  Ya no tendría que trabajar, ni que madrugar, ni que ir a la compra, ni nada de nada. Tendría una existencia llena de lujos, recepciones y fiestas con famosos. ¡Retirarme antes de los cuarenta! Juego, set y partido. La ostia.
Pero, absorto en estos pensamientos, al cruzar la calle tropecé llevándome por delante a una chica que hacía footing. Vestía un inmaculado equipaje azul de deporte, todo a juego y muy de marca como correspondía a aquel exclusivo barrio de ricos. Era Gloria, la mujer de mi vida. La levanté y sacudí el polvo de su sudadera de Snoopy. En el momento en que nuestros ojos se encontraron todo cambió, y en ese instante supe que se me había arruinado el negocio con la viuda.
Ayer Gloria y yo nos casamos en secreto. Sus padres sin duda se habrían opuesto a nuestros planes, dada mi situación de mileurista sin futuro. Y bueno, si bien he tenido que renunciar a mis planes con la viuda, mi nueva situación tampoco está mal porque aunque no tengo detalles de la fortuna familiar de Gloria, sé que  todo se sigue moviendo en este lujoso barrio y en el fondo sólo he cambiado una viuda millonaria por una niñita de papá rico. Ahora únicamente me queda esperar a que a los padres de Gloria se les pase el cabreo, como a todos los padres, y que vengan a abrazar a su niñita…y a su nuevo yerno. Es ley de vida. En realidad solo es un “braguetazzo” por otro; sigo en el negocio. Ya me entienden.
Pero, un momento ¡Perdónenme! Oigo una conversación a mis espaldas.
-Pues si tía, así mismo es –decía una chica joven  mascando chicle- ¿Te acuerdas de Gloria? ¡Por fin atrapó a un tipo rico! Uno con contrato fijo y un buen sueldo de mil euros al mes. ¡La muy pécora! ¡Mira que siempre lo decía!: “voy a pillar a uno que me retire de esta maldita caja registradora”.
¡Vaya! Las dos chicas visten el mismo chándal que Gloria en el día en que nos conocimos. ¿Cómo puede ser?
-Perdonen señoritas – hablé con voz temblorosa- ¿Y esa ropa? ¿Ustedes donde trabajan?
-¿Dónde va a ser, tío? –me dice la otra con cara de alucinada- en “PIJOSPORT”, la tienda de deportes del barrio rico.
Me rio, por no llorar.  ¡¡“Braguetazzzzoooo”!!

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