Estuve ausente. Totalmente ausente. Tanto, que apenas
recuerdo si fue por un año, o dos, o tres, o más. Tampoco importa, así como
tampoco importa si lo que me atrapó y me abdujo durante todo ese tiempo fue un
proyecto de trabajo duro y exigente, o un gran drama familiar, o un vicio que de
la noche a la mañana pasó de inocente flirteo a enfermiza adicción, o una
ilusión de amor con un final infeliz. Todo eso ya da igual. A estas alturas es
irrelevante el porqué, el dónde, o por cuánto tiempo. Lo único importante es
que he vuelto y que, venga de donde venga, la pregunta es la misma: ¿cómo se
retoma una vida?
Debo ser consciente y asumir que nada de lo que dejé
atrás se detuvo, ni siquiera por un momento, sino que ha seguido caminando,
avanzando y creciendo sin mí. Y por ello es probable que a mi vuelta no
encuentre a algunos de los rostros de aquel entonces, o que los que ahí siguen
me miren al llegar con ojos escrutadores, preguntándose si sigo siendo el
mismo. Muchos de los que fueron mis inseparables habrán seguido otra senda, ya
imposible para mí, y mucho de lo que antes me era cercano y familiar me
parecerá ahora de color distinto y tacto más áspero. Debo ser consciente de
todo esto para no estrellarme.
Así es. Ningún regreso te devolverá nunca al lugar
exacto de partida, todo lo más a un lugar cercano. Porque siempre traerás
contigo algún peso de ese viaje, alguna marca más, alguna arruga más, y ya no
serás el que eras. No, no lo serás. Pero no te equivoques. Serás mejor, mucho
mejor. Mejor porque ahora, con lo aprendido, serás capaz de remontar a partir
de lo que hasta hace poco te parecía inservible: tu familia, a la que diste de
lado aunque nunca te cerraron los brazos; ese bar, al que ibas siempre y que
aún no ha cerrado; esos pocos amigos, cuya mirada no ha cambiado a pesar de
todo.
Por eso quiero pensar que, en realidad, ninguna vida
se retoma, sino que una nueva vida nace a partir de ella, heredando tan solo
unos viejos recuerdos de la anterior. Pero lo que sí que sé, y estoy plenamente
seguro, es que nada ni nadie puede quitarte, quitarme, quitarnos, la ilusión de
que esa nueva vida pueda ser aún mucho mejor y más valiosa que la primera. Y de
que quizás, solo quizás, sea la definitiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario